En los años veinte, un estudiante de Pisa, Mario Incisa della Rocchetta soñaba con crear un vino con clase. Su ideal, al igual que el de la aristocracia de la época, era el Bordeaux. Después de haberse establecido con su esposa Clarice en Toscana, en la hacienda San Guido en la costa Tirrénica, experimentó con algunas cepas francesas y concluyó que la Cabernet tenía "el bouquet que buscaba".

Un vino compuesto prevalentemente de Cabernet representaba un gran cambio en la tradición toscana y piamontesa de la Sangiovese y de la Nebbiolo. Ninguno había pensado nunca en hacer un vino "bordolés" en terreno italiano, sin hablar del hecho de que la zona era desconocida desde el punto de vista vinícola.

La decisión de plantar esta variedad en la hacienda San Guido fue, en parte, debido a la semejanza que había entre el terruño de la toscana y Graves, en Bordeaux. Graves y Sassicaia significan en sus respectivas lenguas, “terreno pedregoso”.

El Sassicaia ha sido el primer vino italiano a posicionarse con éxito en el exterior y, es casi universalmente conocido como el padre de una nueva familia de vinos italianos: I supertoscani (los supertoscanos). La primera viña de Mario Incisa está considerada la cuna del Cabernet italiano.

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